jueves, 24 de julio de 2008

La cocina árabe de Barquisimeto


Lejos queda en mi memoria el sobrio salón del restaurante Los Cedros, en la av. Vargas de Barquisimeto, en el que papá iniciara a la familia en la degustación de los intensos aromas y sabores de la antigua cultura culinaria árabe.

Eran aquellos principios de la década de 1970, unos tiempos en los que la inmigración fundamentalmente siria y libanesa asentada en la ciudad desde fines del siglo XIX se había consolidado lo suficiente como para crear sus propios expendios de productos árabes y algunos restaurantes, en su mayoría ubicados en las mismas casas de familia de sus propietarios y cocineros.

Desde entonces, la cocina árabe se ha difundido ampliamente en la memoria gustativa de los barquisimetanos, particularmente desde la introducción de los sandwiches árabes hace aproximadamente veinte años, hoy día absolutamente infaltables en cualquiera de nuestras ferias de comida tanto callejeras como de los centros comerciales y tan populares entre los jóvenes como la arepa rellena o la cachapa con queso de mano.

De ahí que no asombre encontrar hoy día vendedores de pan árabe hasta en los semáforos de las grandes avenidas de la ciudad ni de que en muchas familias sin parentescos "medio-orientales" las amas de casa acometan de vez en cuando kibbes o tabules en clave criolla.

Algunos de sus ingredientes incluso se han incorporado con notable éxito en el recetario tradicional larense, como es el caso de la resbaladera de arroz, a la que para muchos resulta indispensable su toque de agua de azahar, la misma con la que doña "Chayo" Barrios hizo famoso su pan en el barrio Torrellas de Carora.

Siria y el Líbano nos siguen quedando lejos, pero hay algo de su ser que a través de la mesa hemos llegado a querer, respetar y admirar.

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