miércoles, 16 de julio de 2008

CHOCOLATE NEGRO: PECA SIN REMORDIMIENTO.



Desde hace muchos años, y sólo por puro placer, cada noche he comido una par de trozos de chocolate negro, no sin cierto remordimiento.
La ciencia (que tanto nos ha engañado) descubre que el chocolate negro es un aliado de tu salud cardiovascular. Os he adjuntado este artículo de la revista Consumer que conviene leer, ya que va en la dirección de otros muchos. Es un poco largo pero vale la pena.

Los flavonoides contenidos en el chocolate parecen jugar un efecto protector frente a enfermedades cardiovasculares por sus efectos antioxidantes

Durante años el chocolate ha sido objeto de un sinfín de acusaciones. Desde fuente de vicio hasta origen de caries infantiles, pasando por adicciones incontrolables, problemas metabólicos, cefaleas o sobrepeso. De un tiempo para esta parte, sin embargo, el chocolate se está reivindicando como fuente de salud. Si los resultados de distintas investigaciones acaban confirmándose, pronto podría figurar entre las prescripciones de todo médico de cabecera.

Muchos de los tópicos negativos del chocolate se han desmoronado en el último decenio.

Un artículo publicado hace unos meses en la revista Nature (424:1013, 28/8/2003) despejó toda incógnita acerca del papel protector de los flavonoides del cacao y del chocolate frente a la enfermedad cardiovascular. Un equipo dirigido por Mauro Serafini, del Instituto Nacional Italiano para la Investigación de los Alimentos y la Nutrición (Roma), han identificado al flavonoide responsable, la epicatequina, que actúa como antioxidante en los vasos sanguíneos y previene la formación de placas de ateroma (arteriosclerosis). No obstante, los investigadores transalpinos subrayan que el efecto antioxidante del cacao se inhibe normalmente por acción de la leche con la que se acompaña tanto su presentación soluble como buena parte de las pastillas de consumo más extendido. En otras palabras, que para que el chocolate resulte verdaderamente sano, le sobra la leche.

Serafini llevó a cabo un estudio con 12 voluntarios sanos, a quienes hizo probar distintas variedades de chocolate y observó que la absorción de epicatequina en el organismo se veía dificultada en los chocolates que incluían leche o derivados lácteos en su composición. «Este hallazgo alimenta la controversia de que las acciones antioxidantes de determinados productos que ingerimos puede contrarrestarse mediante la acción de otros componentes de la dieta, al mismo tiempo que apoya el concepto de que los flavonoides desempeñan un papel esencial frente a las enfermedades del corazón y degenerativas», señala el investigador.

Carl Keen (Universidad de California) va más lejos aún y sostiene que la epicatequina podría actuar «como una aspirina de baja dosis» en el organismo, ejerciendo una actividad antiplaquetaria y protegiendo frente al ictus o el infarto. «Nuestro grupo no sólo observó un incremento de la capacidad antioxidante tras el consumo de chocolate, sino una variación de ciertos componentes que afectan a los vasos sanguíneos». El especialista estadounidense midió el efecto de los flavonoides en 25 voluntarios que habían ingerido 25 gramos de chocolate, y lo comparó con otros voluntarios que habían comido sólo pan. «Entre dos y seis horas después de haber tomado chocolate, la sangre de los voluntarios registró una disminución de la agregación plaquetaria que no se dio cuando el producto consumido era el pan», relata.

Una pequeña tableta de chocolate negro (sin leche) aporta al organismo, según Keen, tantos flavonoides como seis manzanas, algo más de cuatro tazas de té o dos vasos de vino tinto.
Néctar de los dioses

La ciencia acabó jugando a favor de los partidarios del placer y, puestos a indagar en cosas buenas del chocolate, científicos californianos publicaron en 1996 un artículo en The Lancet, en el que se dejaba constancia de que las catequinas (flavonoides) del chocolate superaban a las del té en su acción antioxidante. Los autores no proponían introducir más cacao en la dieta, pero recordaban que «combinar algo de chocolate con una taza de té es sabroso y sano a la vez».
Desmitificación de una culpa

Como por arte de birlibirloque, en los últimos 10 años han proliferado trabajos científicos que podrían parar los pies a los padres o educadores que intenten frenar el consumo de chocolate por parte de los adolescentes. Pues bien, resulta que la grasa saturada de la manteca de cacao, el ácido esteárico, no aumenta el colesterol malo (LDL). Al contrario, parece ayudar al hígado a eliminar el exceso de este lípido de la sangre. Tampoco salen más granos en la cara por abusar del chocolate; aunque una dieta sana mejora siempre el estado de la piel, el acné se debe a una producción excesiva de sebo causada por factores hormonales, y no dietéticos. Con respecto a la migraña, un trabajo publicado en Cephalalgia concluyó recientemente que el chocolate no provocaba los dolores de cabeza del grupo que lo tomó en gran cantidad, comparado con otro que consumió una bebida con sucedáneo (algarrobas).

A propósito de la adicción al chocolate no existen datos definitivos. Tres son las sustancias del chocolate que pueden incidir en el estado de ánimo (muchos le atribuyen cualidades antidepresivas). Su contenido en cafeína y teobromina lo convierten en un estimulante leve. La feniletilamina produce un efecto placentero a nivel cerebral y la anandamida causa relajación y sensación de bienestar. Estos dos últimos compuestos también están en el hachís, por lo que algunos trabajos sugirieron que el chocolate podría tener efectos adictivos similares a los del cannabis y justificar, de este modo, su apelativo polpular. Sin embargo, se ha demostrado que la concentración de estas sustancias en una tableta es insuficiente para que el chocolate provoque efectos adictivos.

Educar a comer bien no es cuestión de prohibir. En una cultura cada vez más inclinada a lo orgánico y lo funcional en los alimentos, nuestras generaciones emergentes deben conocer las cualidades de cuanto se llevan a la boca y recomponer su selección de gustos en torno al valor de lo ingerido. Como los bífidus activos, las vitaminas o los minerales, los más jóvenes tienen derecho a conocer que los flavonoides incluidos en algunas frutas, el té o el vino tinto mejoran, como en el caso del chocolate, los niveles de antioxidantes en la sangre hasta en un 20% y reducen el colesterol LDL.

Hay que subrayar que dicho efecto está presente de igual forma en cebollas, manzanas, judías, soja y zumos de naranja o uva, y que es mejor comer de forma extensiva (muchos alimentos distintos) que intensiva (más de lo mismo). La ventaja de frutas y verduras es que, además de flavonoides, contienen fibra, vitaminas y minerales. La ventaja del chocolate es su inigualable sabor (y mejor, cuanto más amargo, cuanta menos leche o azúcar).

«Es posible que a partir de ahora podamos pecar con un poco menos de remordimiento», comenta Franz Messerli, un experto en hipertensión de Nueva Orleáns que centra el poder curativo del chocolate en los polifenoles. «Los polifenoles son unos componentes químicos que también se encuentran en otras sustancias, como el té verde; son flavonoides, concretamente catequinas, y los científicos creen que son dichas catequinas las que más efectos antioxidantes y antitumorales poseen». Cuatro son las principales catequinas que se dan cita en el chocolate: EC (epicatequina), ECG, EGC y EGCG.

No hay comentarios: